I.
Porque devolvió al ciudadano la responsabilidad
que comparte con los políticos (al menos en democracia): “Todo lo que es virtud
o vicio hondo viene directamente del cuerpo social en toda su amplitud. Y si
una sociedad va hacia la muerte no la detendrá en su derrotero un gobierno de
arcángeles”. “El gobierno que se ha ido”, España, 16 de diciembre de
1915.
II.
Porque su magnífica crítica a los productos de
masas y al protagonismo que adquieren en los medios de comunicación no produce
una mezcla de sana risa y sonrojo. ¿Aún es esto posible?: “Está bien alguna
dosis de fútbol. Pero ya tanto es intolerable. Y lo mismo digo de los demás
deportes físicos. La prueba está en los periódicos, que por su naturaleza misma
son el lugar donde más pronto y más claramente se manifiesta lo falso de cada
época (un tema que otro día habrá que tratar: el periódico, como expresión y
fomento de la falsedad de “nuestro tiempo” y enemigo de su autenticidad. Una de
las grandes reformas europeas tiene que ser la de su prensa. Si no…al foso).
Son ya demasiadas las columnas y las páginas que se
dedican a los ejercicios corporales. Los muchachos no se ocupan con fervor más
que de su cuerpo y se están volviendo estúpidos”. “Revés de almanaque”, 1930.
III.
Porque avisa del peligro en el que ponen a la
humanidad aquellos Estados que se apropian de la actividad intelectual
forzándola, retorciéndola e inhabilitándola para tomar otros puntos de vista que
no sean el de la ideología en el poder: “Mas para que el intelectual llegue a
ejercer ese influjo sobre los destinos de España es la primera condición que no
se lo proponga. Habríase logrado a estas fechas mucho más si en los últimos años,
sobre todo durante la sazón guerrera, no hubieran deformado muchos
intelectuales su intelectualidad poniendo ésta al servicio de propósitos
políticos. Aludo ahora exclusivamente a aquellos propósitos que fueron nobles y
hasta heroicos. La intelectualidad, por su propia esencia, no tolera ser puesta
al servicio de nada, así sea la más alta cosa del mundo” España, 14 de enero
de 1922.
IV.
Porque elevó a categoría histórica la
circunstancia, poniendo en las manos de los hombres de carne y hueso la promesa
del cambio: “El hombre rinde al máximo de su capacidad cuando adquiere la plena
conciencia de sus circunstancias. Por ellas comunica con el universo. (…) Yo
soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. (…) Pues no
hay cosa en el orbe por donde no pase algún nervio divino: la dificultad estriba
en llegar hasta él y hacer que se contraiga. (…) Nada impide el heroísmo -que
es la actividad del espíritu- tanto como considerarlo adscrito a ciertos
contenidos específicos de la vida. Es menester que dondequiera subsista
subterránea la posibilidad de heroísmo, y que todo hombre, si golpea con vigor
la tierra donde pisan sus plantas, espere que salte una fuente. Para Moisés el
héroe, toda roca es hontanar. Para Giordano Bruno: est animal sanctum, sacrum
et venerabile, mundus” Meditaciones del Quijote, “Lector…”, 1914.
V.
Porque su actualidad, al fin y al cabo, es lo
más actual en cada momento para cada hombre: vivir: “De donde resulta que
vivir es, a la vez, estar dentro de sí y
salir fuera de sí; es precisamente un movimiento constante desde un dentro – la
intimidad reclusa del organismo- hacia un fuera, el Mundo. Pero al llegar a ese
“fuera”, por ejemplo, a un paisaje, cuando lo vemos, lo que hemos hecho es meterlo
dentro de nosotros, nos lo hemos tragado. Por lo tanto, desde fuera hemos
vuelto adentro, trayéndonos en las garras botín cósmico. En consecuencia, vivir
es un movimiento circular que va de dentro a fuera y desde fuera, otra vez adentro.
Vivir es un verbo, a la par, transitivo y reflexivo: vivirse a sí mismo cuando
vivimos las cosas”. “Abenjaldún nos
revela el secreto”, El Espectador, VIII, 1934.