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domingo, 19 de junio de 2022

DIEZ RAZONES POR LAS QUE LA LECTURA DE ORTEGA Y GASSET ES IMPRESCINDICBLE (PARTE II)

 

                    I.            Porque devolvió al ciudadano la responsabilidad que comparte con los políticos (al menos en democracia): “Todo lo que es virtud o vicio hondo viene directamente del cuerpo social en toda su amplitud. Y si una sociedad va hacia la muerte no la detendrá en su derrotero un gobierno de arcángeles”. “El gobierno que se ha ido”, España, 16 de diciembre de 1915.

                  II.            Porque su magnífica crítica a los productos de masas y al protagonismo que adquieren en los medios de comunicación no produce una mezcla de sana risa y sonrojo. ¿Aún es esto posible?: “Está bien alguna dosis de fútbol. Pero ya tanto es intolerable. Y lo mismo digo de los demás deportes físicos. La prueba está en los periódicos, que por su naturaleza misma son el lugar donde más pronto y más claramente se manifiesta lo falso de cada época (un tema que otro día habrá que tratar: el periódico, como expresión y fomento de la falsedad de “nuestro tiempo” y enemigo de su autenticidad. Una de las grandes reformas europeas tiene que ser la de su prensa. Si no…al foso).

Son ya demasiadas las columnas y las páginas que se dedican a los ejercicios corporales. Los muchachos no se ocupan con fervor más que de su cuerpo y se están volviendo estúpidos”. “Revés de almanaque”, 1930.

                 III.            Porque avisa del peligro en el que ponen a la humanidad aquellos Estados que se apropian de la actividad intelectual forzándola, retorciéndola e inhabilitándola para tomar otros puntos de vista que no sean el de la ideología en el poder: “Mas para que el intelectual llegue a ejercer ese influjo sobre los destinos de España es la primera condición que no se lo proponga. Habríase logrado a estas fechas mucho más si en los últimos años, sobre todo durante la sazón guerrera, no hubieran deformado muchos intelectuales su intelectualidad poniendo ésta al servicio de propósitos políticos. Aludo ahora exclusivamente a aquellos propósitos que fueron nobles y hasta heroicos. La intelectualidad, por su propia esencia, no tolera ser puesta al servicio de nada, así sea la más alta cosa del mundo” España, 14 de enero de 1922.

                IV.            Porque elevó a categoría histórica la circunstancia, poniendo en las manos de los hombres de carne y hueso la promesa del cambio: “El hombre rinde al máximo de su capacidad cuando adquiere la plena conciencia de sus circunstancias. Por ellas comunica con el universo. (…) Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. (…) Pues no hay cosa en el orbe por donde no pase algún nervio divino: la dificultad estriba en llegar hasta él y hacer que se contraiga. (…) Nada impide el heroísmo -que es la actividad del espíritu- tanto como considerarlo adscrito a ciertos contenidos específicos de la vida. Es menester que dondequiera subsista subterránea la posibilidad de heroísmo, y que todo hombre, si golpea con vigor la tierra donde pisan sus plantas, espere que salte una fuente. Para Moisés el héroe, toda roca es hontanar. Para Giordano Bruno: est animal sanctum, sacrum et venerabile, mundus” Meditaciones del Quijote, “Lector…”, 1914.

                  V.            Porque su actualidad, al fin y al cabo, es lo más actual en cada momento para cada hombre: vivir: “De donde resulta que vivir es, a la vez, estar dentro de sí  y salir fuera de sí; es precisamente un movimiento constante desde un dentro – la intimidad reclusa del organismo- hacia un fuera, el Mundo. Pero al llegar a ese “fuera”, por ejemplo, a un paisaje, cuando lo vemos, lo que hemos hecho es meterlo dentro de nosotros, nos lo hemos tragado. Por lo tanto, desde fuera hemos vuelto adentro, trayéndonos en las garras botín cósmico. En consecuencia, vivir es un movimiento circular que va de dentro a fuera y desde fuera, otra vez adentro. Vivir es un verbo, a la par, transitivo y reflexivo: vivirse a sí mismo cuando vivimos las cosas”.  “Abenjaldún nos revela el secreto”, El Espectador, VIII, 1934.

 

martes, 3 de mayo de 2022

DIEZ RAZONES POR LAS QUE LA LECTURA DE ORTEGA Y GASSET ES IMPRESCINDIBLE (PARTE I)

 

                    I.            Porque plantea temas trascendentales con pinceladas maravillosas por su sencillez y valor: “La felicidad, ni se recibe ni se plagia; es en cada individuo labor original y creadora.” Conferencia, Hebe, 1918.

                  II.            Porque sus descripciones hiperrealistas nos transportan a los olores y colores del campo español en el que se hunden nuestras raíces: “Esto es una vertiente del patrio Guadarrama. Cae la tarde de la jornada calurosa; el día desfallece y se rinde sobre la tierra inmensa. De un arrollo se alzan vahos frescos benignamente. Los árboles, las bardas de los corrales, los tejados de las casas chatas, los corvos montes arrojan fuera de sí largas sombras, sombras desaforadas, sin mesura, que repiten en su silueta, con interpretación burlona, el perfil de los objetos que proyectan. Mas como el sol envía algunos rayos que se hieren en las aristas de las cosas de una manera rosada, la caricatura de la campiña y de la aldea fingida por la hora adquieren un alma y una vibración de ternura. En la umbría de chaparros y en las ondulantes rastrojeras vaga ese rumor de campo atardecido; los pájaros revuelan de recogida buscando incesantemente las dormideras de otras noches. Las codornices van solicitando en el seno de un surco la amapola del sueño. (…) Parece que la vida va a detenerse. Poco después el alma del campo se ha sutilizado tanto que mana toda ella por el cauce del canto de un grillo.” “Panteísmo”, abril, 1909.

                 III.            Porque nos enseña a no avergonzarnos de nuestro pasado intelectual, a construir sobre él cada paso, triturando y transformando lo pensado en semilla de nuevos brotes filosóficos. Desde una fe en la verdad racionalista a prueba de escépticos recalcitrantes, erigió Ortega el edificio del raciovitalismo en el que integra al sedicente enemigo más feroz de los amantes de la razón: F. Nietzsche: “lo que ocurre es que el fenómeno vital tiene dos caras -la biológica y la espiritual- y está sometido, por tanto, a dos poderes distintos que actúan sobre él. Como dos polos de atracción antagónica (…). La nota esencial de la nueva sensibilidad es precisamente la decisión de no olvidar nunca y en ningún orden que las funciones espirituales o de cultura son también, y a la vez, funciones biológicas. Por lo tanto, que la cultura no puede ser regida exclusivamente por sus leyes objetivas o transvitales, sino que, a la vez, está sometida a las leyes de la vida.” “El doble imperativo", en El tema de nuestro tiempo, 1923.

                IV.            Porque nos recuerda que tan importante es tomar conciencia del punto de vista desde el que miramos como saber abandonarlo. Somos hijos de nuestro tiempo y aniquiladores del abrazo paternal que nos anquilosa: “No; no se trata de aceptar nuestro tiempo sin más ni más. Todo lo contrario. Cada “nuestro tiempo” trae consigo su norma y su enormidad, su decálogo auténtico y su falsificación. De aquí que sea preciso hacer constantemente la crítica de “nuestro tiempo” puro, traerlo de su falsificación incesante a su esencial verdad, medirlo consigo mismo. Cuanto más seriamente se acepte “nuestro tiempo”, mayor rigor se pondrá en no pactar con sus defraudaciones. (…) El hombre creador, es decir, el que vive con autenticidad, conoce los límites de su original verdad, y, por lo mismo, está sobre aviso, pronto a abandonarla en el punto donde empieza a convertirse en falsedad” “Revés de almanaque.”, El espectador, VIII

                  V.            Porque en 1919 fue capaz de definir el socialismo como pocos, en aquella época y hoy en día, saben o quieren hacer: “Se comete un error al definir el socialismo exclusivamente por su aspiración a la reforma del derecho de propiedad, es decir, a que no exista más título posesorio que el trabajo. (…) El socialismo quiere llegar a la socialización del capital; pero, entiéndase bien, quiere llegar por medio de la democracia y asegurando las libertades individuales. Dicho de otro modo, además de socialista, es democrático y liberal. El Estado que proyecta no permite ninguna dictadura y garantiza la libertad del ciudadano.” “Sindicación”, perteneciente a “Ante el movimiento social”, 1919.

jueves, 4 de noviembre de 2021

 

EL VIAJERO DEL TIEMPO



 

              Viká recogió los dos últimos peldaños. Antes de proseguir el camino exhaló un suspiro mezcla de desolación y satisfacción. La misión había terminado, su pueblo estaba a salvo celebrando la llegada a una nueva vida. La miró por ¿última vez? Se resistía a dejarla ahí, abandonada a  su suerte, flotando mortecina en la misma inmensidad que la vivaz Anul.

              Centurias atrás era Anul, fría y solitaria, la que miraba anhelante a Tares. Los ecos de la vida en el planeta azul resonaban en el alma de su blanco satélite. Centurias atrás, cuando el tiempo era propiedad de todos y cada uno lo disfrutaba a su modo. Cuando la vida de cada ser era su vida y no una concesión por la que pagar un precio muy alto. Cuando aún no había llegado la Era de K.

              El viajero no había conocido aquellos tiempos. Nacido en el año K-253, tan solo conocía la Prexis por los relatos de su madre, heredera de la tradición Bblos. Los Bblos custodiaban en secreto los conocimientos prexis, manteniéndolos vivos a través de la memoria familiar durante centurias. Eran como los demás, pero en sus corazones albergaban un brillo especial. El brillo de quien conoce el pasado y mantiene intacta la libertad con la que abrirá las puertas del futuro.

              Viká, el viajero, supo de sus antepasados, de su relación armónica con los bosques y los ríos, con los animales y el aire a través de la voz mágica de su madre. Ella le transportó también a los primeros años de la era K, cuando los hombres estaban confiados y esperanzados con el PLAN que aumentaría la vida, las tierras, la felicidad.

              En aquellos primeros días, los gestores del PLAN formaron con los hombres el I Kacuerdo.

              “El Estado se compromete con los hombre a otorgarles un mínimo de fichas de tiempo gratuítas por unidad de vida; esta cantidad aumentará en proporción a la producción de cada individuo”

            Las celebraciones por las bondades de un acuerdo tan justo y generoso dejaron una  huella de dos años. Dispondrían de un bono de  tiempo gratuito para vivirlo tan solo a cambio de parte de su actividad. De su propia vida.

              Pronto los gestores hablaron a los hombres de las riquezas alcanzadas, del progreso indefinido, del bienestar sin límites, del lujo, de la inutilidad del ayer y la necesidad de cambiarlo todo, siempre, ahora. Y los hombres firmaron entusiasmados el II Kacuerdo.

              “El Estado se compromete a otorgar a los hombres fichas de tiempo siempre que logren las tasa mínimas de producción. El excedente de producción podrá canjearse por fichas de tiempo directamente en los despachos de tiempo”

            Así, los hombres se lanzaron a una carrera frenética en busca del tiempo que perdían día a  día. El tiempo real de cada uno se invertía en fichas de tiempo, muchos más caras y cuyo precio variaba según mercado. Quien no podía comprar tiempo quedaba relegado a una vida consumida en un tiempo de segunda, sin valor, sin reconocimiento, hasta que un día desaparecían y, para cuando su vida acababa, llevaban demasiado tiempo desaparecidos.

              Cada vez fueron más los fantasmas que habitaban Tares. Campos enteros dejaron de existir antes de dejar de existir; ríos, especies…pero daba igual. A las puertas de la consecución del PLAN, cuando la vida había adquirido para algunos dimensiones antes no soñadas, cuando se podía disfrutar de todo en un nanosegundo solo con acoplarse el nuerosensor G” …el PLAN…el PLAN engulló poco a poco a TARES absorbiendo su vida y la de los suyos.

              La amenaza del fin de Tares era una realidad en el corazón de los Bblos. Una realidad pesada con la que era difícil continuar en la clandestinidad. Cada vez que se cruzaban, sus miradas intercambiaban un grito de desesperación. Ellos conocían el pasado. Veían el presente que ya era futuro. Algunos, traicionando los principios sagrados de la familia se negaron a reproducirse ante la perspectiva atroz del un mundo en el que abandonaría a sus hijos. Otros, comprometidos con la historia de su pueblo, contaban a sus vástagos la prexis, sabedores de que ellos serían los últimos depositarios del tesoro de Bblos.

              Viká soñaba con la prexis. Era un viajero del tiempo guiado por las palabras de su madre, una fantasma común perteneciente al séptimo linaje Bblos. Soñaba VIká con otros mundos, antoguos, lejanos, pacíficos, tranquilos, plenos de vida y tiempo gratuitos. Soñó Viká tiempos pretéritos hasta que empezó, sin darse cuenta, a soñar tiempos futuros; así, mirando a Anul. Y entonces trazó el plan. El I plan de Bblos: La escalera de propósitos, el largo viaje hasta Anul, la nueva vida.

              No debía saber nadie del plan hasta que estuviera cerca el éxodo, por lo que Viká emprendió la construcción de la escalera de propósitos en secreto. Pensó que la escalera debía comenzar con propósitos amplios que sirvieran de base firme al largo camino. A los primeros peldaños fue uniendo otros más pequeños, pero robustos. Pidió a cada integrante del clan que le enviara un deseo, y con todos ellos construyó una larguísima escalera, invisible para los gestores y las Personas por su escaso valor.

              Los Bblos comprendieron el plan poco antes de la partida.  Con la llegada de PAZ se consumó el plan. Al unísono, como si hubieran sido convocados por una llamada silenciosa, los Bblos se fueron congregando en silencio a las afueras de Tares, en el límite con el mundo oscuro. Cada ser cargaba con su tiempo y una saca donde había amontonado sus imprescindibles. Viká miró con seguridad a Anul, trazó mentalmente el sendero y puso ESPERANZA en el inicio. Tras Esperanza, y seguido por los Bblos más ancianos , sacó de su saca ILUSIÖN. Y caminando sobre los propósitos de todos, todos fueron cruzando el abismo de la nada, dejando atrás sus despojos de fantasmas.

              Viká recogió los últimos peldaños escuchando el griterío jubiloso de la celebración. Su corazón golpeaba intensamente sus sienes. Finalmente la vio, moribunda , brillar adornada de mil luces, condecoraciones, fruslerías. Arrastrando la avaricia de las Personas por el espacio infinito. La amaba tanto el viajero que a punto estuvo de poner Fe, Paz, Vida, Amor, Verdad…hasta llegar a ella para abrazarla.

              Los suyos les esperaban. Mañana le esperaba. De momento Tares no estaba en el plan.




             

sábado, 16 de octubre de 2021

Impermanencia

 



    Recurrente, el cambio constante en el ser permanente anuncia diversas y enlazadas teorías filosóficas.  Lo vemos en  Anaximandro de Mileto, que  apostó por lo  “áperion”, principio y razón que daba lugar al nacimiento de las cosas existentes y al cual, al perecer, volvían. En Heráclito y su movimiento continuo en forma de río, fuego, guerra…lucha sin tregua, pero racional. En el siglo XIII, Dögen nos recuerda que “Este momento existencial significa que cada momento es, en sí mismo, una existencia y que todas las existencias son momentáneas”. Y en el XX, Karaki Junzo recoge el testigo de su maestro en Impermanencia:

“Sin embargo, si concentramos por un momento la mente en la impermanencia, no deberíamos olvidar la transitoriedad del mundo y la precariedad de la vida humana”

“El tiempo de la impermanencia y del cambio no discurre en un camino lineal y continuo hacia un punto fijo de llegada, hacia un destino. La impermanencia del nacimiento y muerte, naciendo y continuamente pasando, es el tiempo en su forma más desnuda. El tiempo originalmente carece de objetivo, es discontinuo, nacimiento y muerte instantánea, nacimiento instantáneo de fenómenos. Podemos decir que la forma manifiesta del tiempo es la infinita repetición de cosas carentes de significado”

 

              El sentimiento de fugacidad que la constatación de lo efímero nos deja podría generar una angustia vital paralizante. El movimiento parece hurtar el sentido a nuestra existencia, sumiéndola en un frío nihilismo. Pero es la conciencia de que ese movimiento constante en la existencia es su constitución, que no lleva a ninguna parte más que a sí mismo en múltiples formas, lo que le devuelve el significado al siendo.

              Cada acto, cada vivencia, es en su cambio, y forma parte del ser eternamente, dando paso a otras manifestaciones de una existencia plena en la que fuimos, somos y seremos, porque lo que es, no puede no ser.

 

martes, 14 de septiembre de 2021

Mis autores favoritos: Aristóteles y Hegel

 

Mirar sin maravillarse ante lo complejo que nos sobrepasa; sin sentirse heridos por la duda que alimenta los márgenes entreabiertos de lo inaprehensible. Habitar sin ser atraídos a la búsqueda de los códigos intuidos que subyacen a lo oculto, a lo aparentemente azaroso. Asir cada pálpito de nuestra existencia en el eco del sinsentido. Nada de eso nos es posible. Somos realidad, organismos que forman parte del organismo que es siendo. Sometidos a la dialéctica del tiempo, de lo actual y lo posible, de lo dado y lo afanado.

Entre el s IV aC y el XVIII-XIX hay un hilo conductor que conecta dos filosofías a las que recomiendo dedicar parte continua de nuestra existencia. Dos representaciones orgánicas de ese siendo. Móviles a la par que estáticas, abiertas y flexibles dentro de un esquema lógico muy similar. Aristóteles y Hegel, pivotando sobre sus potencias, ideas, actos, relaciones, absoluto, teleología, dialéctica…tejen una red que abriga los huecos de nuestra existencia. El paralelismo en los ejes sobre los que giran sus filosofías es tal que a veces el Absoluto hegeliano nos parece la representación más fiel del Acto aristotélico y la Filosofía de la Historia Universal la obra que Aristóteles habría deseado escribir de haber vivido muchos siglos más allá.

Pese a las naturales diferencias que impone el contexto, en lo esencial dibujan el ser en su movimiento interno, parte del cual se nos desvela lógicamente atrapado en la palabra, que pone voz a lo real a través de la conciencia del objeto y la autoconciencia del sujeto pensante, que no es más que la realidad que se piensa a sí misma.

martes, 1 de junio de 2021

Más allá del más acá



 La trascendencia hunde sus raíces en los sueños de los niños. Los miedos, las fantasías, el desdoblamiento del mundo circundante no son sino la intuición de que lo que se nos presenta, oculta. De que hay algo, aún inimaginable, más allá. De que la vida se puede expandir hasta límites invisibles. De que el monstruo de la muerte está siempre al acecho. El sentido, el fin, la causa, las formas, las posibilidades, el bien y tantos otros conceptos metafísicos son las señales más claras del anquilosamiento de la infancia de un ser encadenado al más allá.



                                                                    OKI


        Este cuento, que no es un cuento chino, narra una parte, la más importante de las partes, de la historia del príncipe Oki. Trata de cómo el príncipe recobró la admiración de sus súbditos y ganó la más terrible de las batallas a las que nunca se enfrentó.

            Cuando el príncipe Oki tenía cinco años ya era príncipe. Y eso era mucho para tener cinco años. Bueno, su hermana era más joven y era princesa. Pero había una diferencia. En aquel entonces las princesas nunca serían reinas; por el contrario, Oki estaba llamado a ser el rey de su mundo.

            Desde que nació, todo el universo lo sabía, pero no lo admiraban y lo querían sólo por eso. Oki era especial. Conocía muchas cosas interesantes, hablaba otras lenguas, le interesaba su mundo y se hacía muchas preguntas sobre él. No sólo era un príncipe, sino que además el pueblo y sus padres sabían que era una personita sabia y sensible. Por eso tenían grandes esperanzas puestas en él, le querían y le admiraban. Sin embargo, había algo que entristecía a los padres de Oki y hacía dudar al pueblo de su capacidad para gobernar.

            Oki tenía miedo.

            No es que temiera a cosas concretas, como las ocas del estanque o los cañonazos de las festividades. Oki temía los largos pasillos solitarios, las profundas bodegas donde rebotaba el eco. Le hacía temblar la soledad de su cama principesca, su enorme cuarto. No podía jugar al escondite con su hermana y sus amigos porque no podía soportar alejarse de los demás hacia un escondrijo y, por supuesto, nunca, bajo ningún concepto, había salido solo al patio, ni a las caballerizas, ni al jardín...de noche.

            Lo pajes, los hijos de los nobles y todos los niños del castillo conocían el miedo del príncipe y se reían de su futuro rey cuando él no estaba.

            Los reyes, a pesar de estar muy ocupados con los asuntos del mundo, se esforzaban para que Oki dejara de tener miedo. Incluso contrataron a los sabios y magos más famosos que, sin conseguir absolutamente nada, marchaban del castillo desolados y con la fama arruinada.

            Sólo había una persona en el castillo que no sufría por Oki. Algunos pensaban que su despreocupación era el reflejo de su infantilidad. Otros creían más bien que la princesita Dafne intentaba demostrar su valentía para destronar a su hermano. Todos se equivocaban.

            La princesa Dafne, que desde que nació supo que no iba a ser reina, conocía sin embargo el gran secreto que salvaría a su hermano. Eso hacía que no tuviera miedo. Eso hacía que confiara en él.

            Una mañana cualquiera de un día cualquiera Dafne visitó a Oki en sus aposentos. Pidió quedarse sola para jugar con él y le propuso un nuevo juego. “El juego de los duendes casi invisibles” era un juego que el príncipe ignoraba. Dafne le prometió que se lo pasarían muy bien y que, al final del juego, nunca más tendría miedo. Pero antes, durante una mañana, una tarde y una noche tendría que confiar en ella.

            El pequeño príncipe cogió la mano de la aún más pequeña princesa. Ya lo había hecho otras veces y ella le había ayudado a huir del miedo, así que no se lo pensó dos veces y la siguió.

            Dafne traspasó la enorme puerta del dormitorio, que se había abierto en medio de un terrorífico chirrido, explicando a su hermano que aquella puerta tan vieja tenía muchas cosquillas y que, cuando se la tocaba, reía de esa manera tan graciosa. “Cuando era joven aguantaba más la risa, pero ahora que es vieja ríe sin vergüenza, como la abuela”- apuntó Dafne.

            La puerta les llevó al pasillo, en el que Dafne encontró rayos de sol, algunos pájaros de colores cantando, la brisa con olor a jazmín, baldosas resquebrajadas que escondían curiosos bichillos, armaduras relucientes para disfrazare de guerrero y muchas, muchas cosas preciosas que Oki nunca había visto porque no las había mirado.

            Casi nunca había salido solo de su cuarto por miedo y, cuando lo había hecho, había corrido tanto por la galería huyendo de lo que creía que podía haber que nunca supo apreciar lo que había realmente.

            Recorrieron las cocinas, los patios de armas, las caballerizas, la iglesia, los jardines...y en todos ellos encontraron cosas maravillosas.

            Al atardecer sintió cómo la manita cálida y firme de su hermana le apretaba los dedos para asegurarse de que no escapaba. Horrorizado y boquiabierto se dispuso a seguirla escalera abajo hacia la cada vez más oscura y fría bodega. Dafne se había olvidado de coger la antorcha. Quizá nunca hubiera estado allí y no sabía que en los fondos del castillo no entraba ni un mísero haz de luz. ¿Por qué se habría fiado de ella? Era demasiado pequeña e ignorante.

            Pese a todo, aquella niña seguía arrastrándolo escaleras abajo sin  tropiezos, sin dudas, sin miedo. Entonces ella se giró, le pidió que mirara al fondo, a la oscuridad más absoluta y que le dijera qué había allí. El príncipe confió de nuevo en su hermana y del interior de la pared más oscura vio surgir una hilera de duendecillos que lentamente iluminaban aquel espacio interior.

            Los duendes reían y jugaban a esconderse entre las barricas, las columnas, los pellejos de vino, las enormísimas telarañas de cristal. Dafne corrió tras ellos arrastrando a su hermano. Jugaron sin contar el tiempo hasta que los duendes se dejaron de esconder. Subieron las escaleras moviéndose como luciérnagas veloces. Subieron y subieron hasta llegar a la última torre. La torre imponente vigía.

            Los príncipes seguían hipnotizados sin notar cómo sus pequeños corazones bailaban al son de las luces voladoras. Al abrir la última puerta, los duendes salieron disparados hacia el cielo quedando pegados en la bóveda azul. Azul oscura. Casi negra. Desde allí iluminaban los campos, el castillo, el bosque y, por supuesto, a Dafne. A través de su enorme sonrisa la princesita valiente explicó a su hermano, el ya futuro rey, que aquellos duendes estaban en todos los sitios alumbrando las cosas buenas. Si uno confiaba en ellos los podía ver y ellos le alejarían de la oscuridad. La oscuridad y la soledad que tanto temía Oki. La oscuridad y la soledad que Dafne nunca conoció.

            A partir de aquel día, el príncipe Oki subió cada noche a mirar las estrellas desde la gran torre vigía. Los días de lluvia veía bajar las resplandecientes gotitas hasta el suelo, colándose por las bodegas para jugar. Ya no tenía miedo. Ya nadie volvió a desconfiar de su capacidad para gobernar. Y en lo que duró su reinado todos fueron felices y comieron montañas de Lacasitos.




miércoles, 28 de abril de 2021

Desenfoque

 




La niebla desdibuja las figuras, suaviza las aristas, nos sume en una existencia blanda y dudosa mientras se entromete en nuestras entrañas gota a gota, amplificando en sus minúsculas lentes los ecos de nuestros susurros internos. 

La perspectiva como puerta de entrada a otra dimensión de lo real. Ortega y Gasset, Husserl, Heidegger, pero también Hegel o Leibniz. 

Revisar desde el margen lo asumido, cambiar el foco, da lugar a nuevos alumbramientos. Bien lo sabían Copérnico o Kant.

Cuando cae la noche, se levanta el velo.



DIEZ RAZONES POR LAS QUE LA LECTURA DE ORTEGA Y GASSET ES IMPRESCINDICBLE (PARTE II)

                      I.             Porque devolvió al ciudadano la responsabilidad que comparte con los políticos (al menos en democracia)...